Recuerdo mi pentium II de escritorio, que llevaba y traía cada vez que podía de lima a chiclayo y viceversa, también recuerdo la primera yarda que adornó mi cómoda, los pastelitos extra light de mi tía, las malditas combis asesinas que siempre me llevaban a cualquier lado menos donde quería ir, recuerdo la primera chupeta con la gente de la u, también recuero lo mucho que me odiaban por tener un celular con número de chiclayo y lo caro que resultaba llamarme.
No lo había pensado, pero también estaban esas noches oscuras y solitarias con los ojos llenos de lagrimas implorando que esa pesadilla no dejara de ser solo eso, una maldita pesadilla y pasara, recuerdo cuando un "te amo" por teléfono era lo mejor que podía escuchar en esta ciudad llena de ruido.
Quien puede olvidar los cerros de tarjetas telefónicas, los planos y mapas de calles, verdad? ir a Caminos del Inca y terminar en Camino Real o en la Molina, o que un amigo te contara que le habían cobrado 8 soles por una cajetilla de cigarros.
Pero lo más emocionante que recuerdo eran los fines de semana, casi una travesía bíblica, todo empezaba con una llamada a un personaje, JV, ya recuerdo lo que decía el mensaje (que parecía una frase de amenaza que otra cosa): "vamos a dar una vueltita?" así comenzaba la noche, y proseguía con la usual discusión para ver quien ubicaba al tercer compinche, por fin uno de nosotros tenia que llamar o ubicar de cualquier manera a Jano, quien si estaba de buen humor aceptaba la invitación con la única condición que lo fuera a ver.
Hora y media más tarde había llegado, frente a un metro, por el cine, junto a la tía veneno de la esquina por el poste, con las claras indicaciones quien no se iba a perder, en fin, así nos dirigíamos hacia casa de JV quien ansioso nos esperaba, aunque lo curioso es que siempre se demoraba cambiándose y arreglándose.
La discusión de siempre se iniciaba con la interrogante: ¿A donde vamos? o ¿qué hacemos? podíamos pasarnos hasta una hora pensando en que hacer, hasta que alguien decía algo como vamos al Bulevar de Barranco o la Calle de las Pizzas, lamentablemente nuestro repertorio de lugares aún no era algo de lo que pudiéramos jactarnos.
Pero que hubieran sido de esas noches sin las bromas de JV, los jalones de pelo de Jano y las historietas de taxi de su servidor y aquellas largas conversaciones sobre tanta estupidez junta, desde Elvis hasta la chata incluido un tour por diversas ciudades.
Ahora solo es un recuerdo, algunas fotos, y una sonrisa en el rostro.