18 de marzo de 2008

¿Porqué a mí?


Quien no escuchado o dicho una veintena de veces ¿Porqué a mí? No conozco persona alguna que no se haya hecho esta pregunta y es una de las pocas cosas de las cuales estoy plenamente seguro.

Hoy me tocó a mí, me he hecho esta pregunta mas de diez veces en lo que va del día, desperté casi gritando "terremoto" pero no, era la construcción de a lado. A partir de este momento una seguidilla de absurdos me atormentaron hasta que me encontraba desnudo en frente a la ducha, por fin un chorro de agua fría para comenzar el día, pero que diablos? grité cuando el agua caliente salia dejando rastro de vapor, después de quedar como pollo a punto de desplumar y sin ánimos de nada, esperé que llegara Doris.


Doris es en términos postmodernos es una persona multifuncional, pro activa y eficiente, es decir una ama de casa del siglo XXI, que llega dos veces a la semana, a cocinar y hacer los quehaceres casa, normalmente entre las nueve y diez de la mañana, pero hoy no llegó.

Lo que me faltaba, el móvil sonó cuando menos quería, en fin tuve que contestar, mi señorita enamorada me proponía ir de compras, pero con los ánimos indispuestos que tenia la conversación terminó en un: "hablamos después".


Cuando por fin me había decidido a sentarme frente a la portátil para revisar mis correos y la matricula del ciclo descubrí que la silla había perdido la inclinación natural del respaldar y ahora parece asiento de bus inclinada totalmente hacia atrás, un sentimiento de incomodidad reinaba en el ambiente.


En un ligero descuido el cachorro que tenemos hizo destrozo y medio en mi cuarto, había papeles en todo el cuarto, el timbre chillaba como unas uñas sobre la pizarra y el móvil impaciente emitía "el tema del verano", estoy seguro que hasta Gandhi hubiera perdido los estribos.

Ya en este punto sentía una explosión en mi cabeza, y eso que he tenido día peores, pero es inusual que todo lo malo te pase junto, o quizá no, como diría Murphy.

¿Porqué a mí? profería mientras juntaba los papeles regados por el piso, abría la puerta y contestaba el móvil, por lo menos Doris ya estaba aquí, hicimos la lista de cosas que necesitaba para preparar el almuerzo y fui a comprarlas.

Entre un taxista impaciente y una señora que parecía que se había ganado el brevete en una tómbola llegué sano y salvo (salvo por el susto) a mi casa. Supongo que si no hubiera emoción en mi vida sería muy aburrida... aunque creo también que hoy no ha sido mi día.

Solo espero que el día mejore, quizá una buena película en el cine y café reconforte mis ánimos.

1 comentario:

Octavio M dijo...

Uhm. Es cierto, hay días así. Muy estresante. Pero como siempre, depende de la perspectiva. Como dices, de otra forma podría ser aburrido. Y también, no es algo trágico, creo yo. ¿Vale la pena todo ese estrés, acaso? De hecho, creo que no. Y lo digo yo que me suelo estresar por cosas así o mucho más insignificantes.
Por cierto, ya que mencionas a Gandhi y a Murphy, sería muy interesante ponerlos a discutir sobre sus posturas sobre el funcionamiento del Universo.

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